Las personas con demencia en ocasiones pueden presentar arranques de agitación y angustia desproporcionados en relación con la causa que las provoca. Muchas veces el enfado es causado por la dificultad que tiene el enfermo para comprender lo que está sucediendo.
De esta manera, puede darse que tengamos a un enfermo que grite, de golpes, arroje objetos, tire la comida, no se deje ayudar, insulte, acuse a los familiares, llore etc. Estas reacciones tienen una base de ansiedad; sus emociones pueden oscilar entre sentimientos depresivos y desesperación, sentimientos de ansiedad y estados de alegría o euforia, o conductas de furor y agresividad.
Consejos:
- No solicitar al enfermo tareas que estén fuera del alcance de sus capacidades mentales. No llevar las situaciones al límite.
- Intentar descubrir las causas de los enfados para evitarlos en el futuro.
- Reaccionar con calma, sin alterarse, para evitar discusiones inútiles. Pensar que la hostilidad es el resultado de lesiones cerebrales, y que realmente no va dirigida intencionalmente.
- Proporcionar apoyo emocional y tranquilidad.
- Apartar al enfermo de lo que le haya provocado la reacción anómala.
- Ante un enfado, distraerle y sugerirle cosas que le sean agradables.
- Evitar las situaciones tensas y las discusiones.
- Suprimir excitantes (café, te).
- Tener presente que incluso los sujetos con sus capacidades mentales muy deterioradas tienen capacidad de percibir y participar del humor de las personas que les rodean; si la situación es tensa, también la sufrirán.
- Responder con afecto, y evitar razonar para que comprenda que sus sentimientos de ansiedad son infundados.
- Dar seguridad, comodidad y simplificar el medio en que vive el enfermo.
- Consultar al médico por si se requiere usar medicaciones.